El 3 de mayo de hace 17 años fue instituido por la Unesco el Día Mundial por la Libertad de Expresión. Es un tiempo para recordar a los gobiernos de los países, que respeten sus compromisos con la libertad de palabra, de información y de expresión, aboliendo cualquiera de las medidas que restringen estas libertades.
También a los grupos de poder, económicos o políticos, que en defensa de sus intereses, acosan y amenazan, censuran, golpean, promueven detenciones o matan a periodistas y trabajadores de la comunicación, que se convierten, de mensajeros de la información y la verdad, en víctimas de la perversión desatada desde ese mismo poder.
En su prédica, la Federación Internacional de Periodistas (FIP) sostiene que la libertad de información, la independencia editorial y gobiernos abiertos a todas las opiniones, constituyen la base para construir un orden mundial basado en los principios de la democracia, la equidad y la justicia social.
La entidad global de los periodistas afirma también que un debate fundamentado en la información periodística es la sangre de las democracias, y, sin ella, los ciudadanos y los que toman decisiones están inermes y carentes de las herramientas básicas para una participación sustentada en la información.
Derecho fundamental defendido en el artículo 19º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, donde se asegura que la libertad de expresión significa expresar las ideas libremente, y por tanto sin censura. También así lo señalan la mayoría de los sistemas democráticos.
En el mismo sentido, la Convención Americana de los Derechos Humanos de San José de Costa Rica, en su artículo 13º expresa que “toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito, en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección”.
Según denuncia la FEPALC, la misma inseguridad se palpita en muchos rincones de América Latina y el Caribe. Lo certifican 37 periodistas asesinados en el 2.006, más cientos y cientos de amenazados y golpeados en el mismo periodo.
En el mundo la situación no fue mejor, según el informe de la FIP que da cuenta de otros 5 periodistas asesinados en África, 34 en Asia Pacífico, 6 en Europa y 73 en el Oriente Medio.
Para los periodistas de América Latina y el Caribe.
El 2.007 no libera el problema ni mucho menos. Lo dicen – de enero a abril - los asesinatos de Robson Barboza Becerra en Brasil; Danilo Torres Rodríguez en Nicaragua; Johnson Edouard y Jean-Rémy Badio en Haití; Amado Ramírez Illanes y Saúl Noé Martínez Ortega en México.
En un escalón más abajo, tampoco cesan las amenazas y agresiones de toda índole, por lo que resulta indispensable redoblar los esfuerzos solidarios hacia los compañeros afectados, denunciar a los agresores y exigir castigo para los hacen de la soberbia y la impunidad su modo de vida.
30 de abril de 2.007 . Federación de Periodistas de América Latina y el Caribe. Manuel Méndez, presidente. José Insaurralde, secretario de derechos humanos.
21.6.07
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario